Un sistema eléctrico resiliente para Chile: Lecciones del apagón

El reciente corte masivo de energía en Chile dejó en evidencia la fragilidad de nuestro sistema eléctrico. Aunque la luz ya ha vuelto, este evento nos deja lecciones cruciales sobre la necesidad de fortalecer la resiliencia de nuestra infraestructura energética.

Nuestro sistema colapsó debido a una falla en un punto específico, lo que generó un desbalance en la red y provocó una desconexión en cascada. Esto significa que distintos segmentos del sistema (generación, transmisión y distribución) se apagaron automáticamente para autoprotegerse y evitar daños mayores. Este mecanismo de seguridad es fundamental para prevenir la destrucción de equipos eléctricos por sobrecargas. Sin embargo, el desafío posterior fue reconectar todas las partes del sistema de manera coordinada y balanceada.

Este proceso toma tiempo porque no todas las fuentes de generación pueden entrar en funcionamiento simultáneamente, y es esencial equilibrar la oferta y la demanda de energía a medida que las redes vuelven a activarse. Además, no se pudo conocer el estado del sistema en tiempo real para coordinar su reactivación de manera eficiente. Aunque la falla original fue subsanada en menos de una hora, la falta de información precisa y actualizada impidió que el sistema pudiera ser restablecido con rapidez. Este evento pone en evidencia la necesidad de mejorar los sistemas de monitoreo y gestión de la red eléctrica para evitar apagones prolongados y reducir su impacto. Asimismo, resalta la importancia de contar con una infraestructura digital robusta que permita un control más ágil y efectivo en situaciones de crisis.

Estos eventos nos llevan a reflexionar sobre la necesidad de contar con sistemas de generación más distribuidos y cercanos al consumo. Un sistema eléctrico que depende de pocos puntos críticos de generación y tiene baja interconectividad es más vulnerable a fallas como la que vivimos. En cambio, un sistema con múltiples fuentes de generación descentralizadas permite una mayor estabilidad y flexibilidad para enfrentar contingencias.

Estamos en un momento clave de transición hacia las energías limpias, lo que nos brinda la oportunidad de repensar cómo tenemos distribuidos nuestros sistemas de generación, transmisión y distribución. La generación debe estar más cerca del consumo para fortalecer la resiliencia del sistema.

En la Región de Antofagasta, el sol es una fuente de energía inagotable durante el día, pero aún dependemos de otras fuentes en la noche. Aquí es donde el almacenamiento de energía juega un papel clave: baterías de litio, hidrógeno verde y otras tecnologías pueden permitirnos aprovechar mejor nuestra capacidad energética y garantizar un suministro continuo.

Es fácil pensar que, si hubiera más sistemas basados en diésel o gas, estos nos protegerían mejor en casos de emergencia. Sin embargo, debemos recordar que estas fuentes son dañinas para el medioambiente, limitadas en disponibilidad y dependientes de importaciones a precios volátiles, sujetos a fluctuaciones causadas por conflictos internacionales.

Si bien la resiliencia energética es fundamental, la soberanía energética también juega un papel clave. En el contexto actual, esto significa avanzar hacia un modelo basado en energías renovables, almacenamiento eficiente y descentralización. Apostar por una matriz energética limpia y diversificada garantizará no solo estabilidad, sino también independencia de factores externos que afectan nuestro suministro energético.

Debemos impulsar iniciativas concretas para avanzar en esta transformación, fomentando la investigación y el desarrollo en almacenamiento energético, habilitando espacios de pilotaje para nuevas tecnologías y promoviendo la formación de profesionales capacitados en energías renovables y resiliencia energética.

Este apagón nos demuestra que no podemos esperar a la próxima crisis para actuar. Es momento de fortalecer nuestras capacidades locales, desarrollar tecnologías propias y fomentar modelos de generación y almacenamiento que nos permitan construir un sistema más seguro, eficiente y sostenible.

Chile tiene la oportunidad de liderar esta transformación. Es fundamental que todos los actores del sector energético trabajemos juntos para fortalecer la resiliencia de nuestro sistema. Invitamos a empresas, instituciones y expertos en energía a sumarse a este esfuerzo, generando alianzas estratégicas, impulsando el desarrollo tecnológico y contribuyendo a la construcción de un sistema energético más sostenible y seguro para Chile. Es hora de actuar.

Por Hernán Cáceres Venegas